Los Tudor: Ruedan cabezas

Los Tudor: Ruedan cabezas

Pasada ya la resaca post-season finale de nuestras series habituales, hoy toca el turno de hablar de la segunda temporada de Los Tudor, una serie más que recomendable, ya que cuenta con todos los ingredientes para gustar: buenos personajes, interpretaciones perfectas, buena ambientación, historias interesantes, impecable ritmo narrativo...y sobretodo malos muy genuinos.
Si la primera temporada me había dejado un buen sabor de boca, está segunda no ha hecho más que confirmarme esa sensación: estamos ante una gran serie.

No os preocupeis, hoy podeis seguir leyendo que estais ante una entrada libre de spoilers.

Esta ha sido una temporada más rápida que la anterior, es decir, los sucesos se han producido de forma más vertiginosa, si la primera había tenido un buen ritmo narrativo, pasando muchas cosas en cada capítulo, en esta segunda éste ha sido envidiable. Nos situamos en una época muy convulsa de la historia, tanto en el aspecto religioso como en el militar, en el que cada país quiere imponer su supremacía, y eso ha quedado muy bien reflejado en la serie.

Pero si algo debemos destacar de Los Tudor son sus personajes, desde el protagonista absoluto hasta cualquier secundario están cuidados hasta el milímetro. A pesar de que Enrique VIII me ha caido en gracia, incluso con ese peculiar carácter que posee (así como Jonathan Rhys Meyers), siempre he tenido especial predilección por la reina Catalina, y por lo tanto he odiado a muerte a su enemiga por antonomasía, la furcia de Ana Bolena (Moltisanti, al final me ha dado pena y todo xD). Por esto me ha gustado tanto esta temporada, porque se ha centrado bastante en estos tres personajes, no tanto en Catalina aunque María ha sabido recoger muy bien el testigo de su madre.

En la primera temporada destacaba la figura del cardenal Wolsey y todos sus tejemanejes, interpretado fenomenalmente por Sam Neil (en mi memoria siempre será Merlin xD), en esta no me queda otra que rendirme ante los pies de el gran Peter O´Toole interpretando al Papa Pablo III, férreo opositor de los planes del todopoderoso Rey de Inglaterra. Es cierto que no ha tenido tanto protagonismo como el anterior, pero cada una de sus escenas era una clase de interpretación intensiva. Cómo se agradece que grandes figuras como él se pasen a la pequeña pantalla (cada vez más grande, por otro lado).

Como no quiero entrar en detalles para que esteis libres de spoilers y podais disfrutar de la serie en todo su esplendor, es hora de ir terminando el post: ¡Larga vida al Rey de Inglaterra! (y a sus mujeres, claro).