American Horror Story: Coven, un aquelarre sin poder

Ya lo dice el refrán: "aunque la mona se vista de seda, mona se queda". Aquí han ido todavía más allá, era ropa de las mejores firmas las que han vestido las bruja del aquelarre de "Coven", pero aun así se han quedado en nada. Ni entretenimiento ligero. Y eso que el enfrentamiento entre las dos facciones de brujas prometía una temporada interesante. Desafortunadamente no fue ese el conflicto a explotar por Ryan Murphy y Brad Falchuk, quienes se fueron por otros derroteros que no nos llevaron a ninguna parte con un mínimo de sustancia.
A partir de aquí spoilers de lo que ha dado de si la temporada, si no la has finalizado lee bajo tu propia responsabilidad.

Tras un arranque titubeante, en el que parecía que nos acercábamos a un Harry Potter femenino, la serie parecía encauzarse con el conflicto entre brujas, ofreciéndonos su mejor versión en esos estupendos episodios de Halloween, con zombies incluídos. A partir de ahí Fiona y Marie Laveau se aliaron frente al enemigo común, los cazadores de brujas, y la serie comenzó su deriva hacia la nada. Tramas y personajes se tiraron por la borda y entramos en un sinsentido que poco atractivo presentaba: el amor entre Zoe y ese joven Frankestein que resultó ser Kyle no aportó nada en absoluto (es más, el comportamiento de éste fue todo un estorbo en la primera mitad de la temporada); madame Lalaurie nos dejó momentos cómicos pero más allá de eso no consiguió redimir un personaje despreciable, desaprovechando un asunto que podría haber dado para un gran arco como es el racismo; Marie Laveau se desvaneció justo cuando más la conocíamos (lo que evidencia lo mal construída que está su historia); Quennie estuvo desaparecida media temporada; Madison daba tumbos por la mansión; Misty lo intentaba, y Myrtle ponía todo de su parte, pero no podía levantar ella sola el despropósito en que "Coven" se había convertido (por otra parte, por fin le dan a Frances Conroy un personaje con peso y relevancia. Enorme su "¡Balenciaga!" final). Con todo esto el aquelarre hizo aguas por todas partes.

¿Mientras tanto que hacían Fiona y Cordelia para impedirlo? La una darse a la bebida y al sexo mientras conseguía con otros hicieran su trabajo sucio, y la otra arrancarse los ojos (literalmente) mientras se lamentaba del odio de su madre.

La recta final se centró en encontrar a la nueva Suprema, algo que sobrevoló todo la temporada, y fue cuando finalmente se centraron cuando llegó el entretenimiento, con una season finale que se me pasó volando. Quién fuera la elegida para mi era lo de menos ya, puesto que siempre apoyé a Nan como sucesora, lo importante era ver si eran consecuentes con el relato. Y lo fueron, porque Cordelia relevando a su madre hizo encajar las piezas de su historia de frustración, de su relación con Fiona. Su camino tuvo sentido, y nos regaló una escena de despedida que hizo que todo el tiempo dedicado a la temporada no fuera en balde. 

Sus creadores nos quisieron contar una historia de madres e hijas, de segundas oportunidades, pero se perdieron en el intento. Demasiados personajes y demasiadas tramas sin importancia. "Quien mucho abarca, poco aprieta", reza otro refrán, y esto es lo que le ha pasado a "American Horror Story" esta temporada. Una lástima.
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