11 abr 2013

Masterchef: ¿Cocina de segunda?


Anoche La 1 estrenó su gran apuesta para esta temporada, el talent show culinario Masterchef, y lo hizo frente a poco más de 2 millones de espectadores, lo que se tradujo en un flojísimo 11% de share. Las expectativas estaban bastante altas, ya no solo por el éxito internacional del programa, sino porque se trataba de la vuelta de un gran formato a la cadena pública. Entonces, ¿qué ha fallado en el programa para no lograr enganchar a la audiencia?

El primer gran fallo de este primer programa ha sido dedicar toda la primera parte del mismo a mostrar las últimas fases del casting. Si bien la prueba en plena plaza de Oriente de Madrid resultó especialmente vistosa, no ayudó en absoluto a que con ella conociéramos ni por un lado a los aspirantes ni por otro lado a los jueces, ya que allí se limitaron a pasear entre las mesas entregando cucharas sin ton ni son.
En la fase final del casting se solucionó en parte el asunto del jurado, ya que pudimos empezar a conocer sus personalidades y ver por dónde van a ir los tiros con ellos, pero continuaron ocultándonos a los concursantes, los cuales se plantaron en el concurso sin que conociéramos ni un solo ápice de sus caracteres. Y claro, conectar con un reality es complicado si no lo haces con sus participantes, por lo que ahí reside el principal lastre de esta presentación, que no hubo tal.

Gracias al transcurso del programa pudimos ir viendo como los participantes se iban enfrentando a los diferentes retos, pudiendo hacernos una pequeña idea de por donde irán los tiros con ellos, y hay que reconocer que el casting parece bueno. No puedo decir lo mismo del jurado, ya que solo destaca, y no precisamente para bien, Pepe Rodríguez Rey con su bordería impostada, sobrando completamente. Ya está bien de resultar borde porque si, con un ojo puesto en atraer a la audiencia.


Otro aspecto importante es no poder implicarnos en la mecánica del programa. Ya no me refiero a votar para expulsar o salvar a algún concursante, sino lo lejano que nos resulta todo al no poder disfrutar de los suculentos platos que se nos presentan. Y no solo eso, sino que el programa dedica tan poco tiempo a mostrarnos los platos finales, y sus ingredientes, que no podemos entrar del todo en la competición. Y mucho menos si no hay coherencia entre las valoraciones y los posteriores votos de los jueces, quienes nos dejan completamente descolocados con muchas de sus decisiones.
¡Y que encima no manden al expulsado recoger sus cuchillos e irse ya es un delito!

Pero no todo ha sido negativo, ya que la realización ha estado a la altura del formato, así como el despliegue de medios para realizarlo, poniendo la carne en el asador desde el principio (la invasión militar estuvo realmente bien). El primer programa ha ido claramente de menos a más, subiendo puntos cuando se metieron realmente en harina, y estoy seguro que no hará más que mejorar cuando la competición avance. El problema será que quizás el público ya no esté ahí para disfrutar del festín que nos preparen.

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