La Voz desafina en su 2ª temporada


La segunda temporada de "La Voz" no está siendo tan exitosa en términos de audiencia como lo fue la pasada edición, aunque es justo reconocer que sigue funcionando de maravilla, y más si tenemos en cuenta a la fuerte competencia a la que se enfrenta (cosa que no tenía antaño, lo más fuerte fue "Gran Hotel" y no llegó a los 3 millones de fieles). El problema, a mi modo de ver, no reside por tanto en la audiencia del programa, sino en la calidad de los talents del mismo.
A estas alturas ya todos debemos tener aprendido que el casting es el aspecto fundamental de los talents shows (no hay más que ver "Tu cara me suena" para darse cuenta de ello, algo de lo que hablaré por aquí en otra ocasión) y en este caso es el aspecto fundamental por el que el programa no termina de despegar.

Es cierto que se ha perdido el factor sorpresa, y que las galas extra encargadas este año evidencian la repetición del esquema del programa, llegando a cansar o aburrir al público, pero lo más importante para que el programa no alcance la barrera de los 4 millones de espectadores es la falta de voces sorprendentes. Es cierto que cada equipo consta de, al menos, dos o tres voces de las que te pegan a la pantalla con cada actuación, pero cuando cada coach tiene a 16 aspirantes a artistas entre sus filas este número resulta insignificante. Este es probablemente otro de los grandes lastres a los que se enfrenta el programa, ya que conseguir 64 buenas voces cada año es francamente imposible en un territorio como el nuestro, de ahí que este año nos muestren más penurias de los participantes para intentar que el público conecte con ellos por otra vía que no sea su voz.

En cualquier caso soy uno de los espectadores que continúan acudiendo los lunes a Telecinco en busca del concurso, porque los 4 coaches forman un buen equipo (me declaro fan de Antonio Orozco, quien ha logrado que con sus gracietas no eche de menos al fantástico Melendi) y porqué a veces se viven momentos televisivos poderosísimos que no me gustaría perderme. Sin ir más lejos, tres la semana pasada: dos robos espectaculares, el de Trini por lo emocionante y la intensidad con la que se vivió, y el de Marcos por el desparpajo con el que se produjo; y la batalla lírica entre Jordi y Estíbaliz, una actuación mágica que por si misma valida la existencia del talent de Telecinco. 

Para el próximo año la cadena debiera de introducir cambios para mantener vivo el formato: menos concursantes, menos galas con el mismo formato (6 audiciones y 4 batallas son muchísimas, aunque esta última sea mi fase preferida) y un casting con estilos más variados y a poder ser con voces más sorprendentes, aunque insisto en que esto último es muy complicado, aunque recortando en participantes podrían lucir mejor.
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