Breaking Bad, venganza y redención en una gran final

A una semana del final de Dexter llega el de Breaking Bad, y lo primero que hay que decir, alto y claro, es que no ha habido color. Se han cerrado las tramas de forma brillante con un final redondo, perfecto. Algo que precisamente con Breaking Bad no debe pillarnos por sorpresa, porque su progresión ha sido ascendente, constante y segura, encaminándose a un final a la altura de las circunstancias. A partir de aquí spoilers del final de la serie.

A lo largo de estas cinco temporadas hemos asistido a la conversión de Walter White en Heisenberg, y cómo en este viaje arrastraba con él a su familia. Y a Jesse, sobre todo a Jesse. Ese joven drogadicto al que le deslumbró el dinero, y por lo que llegó a perderlo todo. Pero Walter no era como él. Él había vivido, había experimentado todas las etapas y experiencias vitales, y se había dado cuenta de que no era realmente feliz. El cáncer fue su excusa. Con la espada de Damocles sobre su cabeza decidió arriesgarlo todo a cambio de sentirse verdaderamente satisfecho consigo mismo, realizado. Y lo consiguió. Utilizando su brillante cerebro fue capaz de coronarse como el mayor productor de metanfetamina de la mejor pureza, aunque por el camino fue perdiendo a su familia. No se dio cuenta entonces, pero para cuando quiso hacerlo ya era tarde. Todo el asunto se le había ido de las manos y aquello no había quien lo solucionase. En su mente había estado siempre su familia, el asegurarle un bienestar económico para cuando él no estuviese, pero la codicia y el poder fueron superiores, y cuando el ego te domina no es extraño que termines como él: Solo.

Por eso el final de Breaking Bad ha sabido tan dulce. Porque ha dado todo el protagonismo a lo que de verdad importa, a lo que con tanto mimo han construído todo este tiempo: sus personajes. Walter muriendo matando, pero dejó atados todos los cabos sueltos: tuvo un último momento de despedida con su familia, liberó a Jesse de su cautiverio y colocó a Jack y a los suyos donde merecían, bajo tierra. Y lo que es mejor, no solo consiguió la forma de hacerles llegar a su familia el dinero que tanto le había costado ganar, sino que por fin pudo admitir ante Skyler la realidad de lo acontecido los últimos años. Por fin pudo quitarse la careta. Lo había hecho por él, con su familia en mente, si, pero sobre todo por él. Necesitaba sentirse vivo, más vivo que nunca, aunque paradógicamente tuviera sus días contados.

De aplaudo por tanto esa secuencia final, y también toda la serie, con Walter sonriendo como un niño con juguetes nuevos al encontrarse de nuevo en un laboratorio de metanfetaminas. No podía haber un sitio mejor para Heisengerg en el que morir.
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Dexter, un final que desmerece el camino


6 horas después de ver el final de Dexter, y pasado ya el cabreo, creo que me encuentro en condiciones de realizar un pequeño análisis con la mente más o menos fría. Así que al lío, no sin antes avisar que lógicamente habrá grandes spoilers.

En el imaginario de todos estaba que nuestro asesino favorito tenía que terminar muerto u apresado por sus compañeros de la Miami Metro, aunque viendo los derroteros por los que estaba yendo su última temporada ambas posibilidades se daban casi por descartadas. Y personalmente no me parecía mal. Compraba que los guionistas habían ido convirtiendo a Dexter en un humano en estos 8 años que hemos pasado a su lado. El Dexter que conocimos en su primera temporada no tenía ningún tipo de sentimientos, se esforzaba en fingir en cada una de sus interacciones con el resto de personajes, mientras que el que hoy despedíamos no solo quería a su hermana y a su hijo, así como sentía cariño hacia sus compañeros de trabajo o su niñera, sino que había logrado sentir lo que es el amor. ¡Se había llegado a enamorar! Entendiendo esto había interiorizado ya la idea de que podía dejar atrás a su dark passenger para lanzarse a una nueva vida con su familia. Con Harrison y sobre todo Hannah como nuevo código vital. Compraba la idea e incluso hasta la podría defender.

Pero tampoco. Después de haber llevado a cabo toda esta evolución desde la tercera temporada (cuando siente a Miguel Prado como un verdadero amigo) deciden tirarla por la borda (y nunca mejor dicho) en los últimos 10 minutos de la serie. El recorrido vital de Dexter le llevaba a dejarlo todo atrás, abrazando así su humanidad, puesto que ya ni siquiera sentía la necesidad de matar. El amor había cubierto ese hueco interior que antes ocupada su oscuro pasajero. En lugar de esto, tras ver que Debra se encuentra al borde de la muerte por sus acciones decide dar marcha atrás, deshacer todo lo que había construído, todo lo que había avanzado, para terminar alejándose de todo y de todos, convencido de que lo que tocaba terminaba dañado o muerto.

Pues no, ni compro ni comprendo sus motivaciones. Habiendo aprendido a amar, y viendo los lazos tan fuertes que había establecido con Hannah y Harrison, no alcanzo a entender que pueda alejarse de un plumazo. Aun con el daño que le ocasione  la perdida de Debra.
Por esto me parece una tomadura de pelo, porque no solo no han conseguido salvar los muebles tras varias temporadas mediocres. Porque han tenido la oportunidad de ofrecer un final digno y en lugar de eso nos han despachado con un despropósito. Y eso sin entrar a valorar toda la temporada (Voguel desaprovechadísima, asesino sin importancia, intento fallido de discípulo, hija de Masuka...) o la consistencia de las acciones finales (sacar un paciente de la clínica sin que nadie te pare, ir en barco como si nada en medio de un huracán, huracán que aparece de la nada al lado sin provocar olas durante el "funeral" de Debra, el asesinato de Saxon...). Y por si fuera poco, una vez decidido el final del personaje, van y no son capaces de llevarlo hasta sus últimas consecuencias, dejando su muerte en una mera vía de escape. Un despropósito con mayúsculas.
Michael C. Hall ya tiene su haber un el mejor final de la historia, pero también uno de los peores.
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